Rutas de enoturismo en Ribera del Duero
La historia de la Ribera del Duero está ligada al arte de hacer vino, a la unión de la viña y el vino, fruto de unas cepas que confieren carácter a su paisaje, reflejan su personalidad y la de sus gentes y sus pueblos. Es una denominación de origen cuyo primer reglamento se aprobó en 1992 y cuyos viñedos se extienden en una franja que discurre de Este a Oeste durante 115 km de longitud surcada por el río Duero desde San Esteban de Gormaz, en la provincia de Soria, hasta Quintanilla de Onésimo, en la provincia de Valladolid. Sin embargo, y a pesar de su relativa juventud institucional, sus referencias vitivinícolas nos retrotraen 2000 años atrás, cuando en 1972, durante las labores de vendimia, se descubrió en el municipio de Baños de Valdearados (Burgos) un mosaico romano de 66 m2 con las alegorías báquicas más grandes de la Península Ibérica.
Pocas regiones vitivinícolas en el mundo han experimentado un progreso parecido al de Ribera del Duero, que se ha convertido en referencia de calidad mundial. El secreto de sus vinos tintos es su rojo color oscuro, su capa intensa, su fantástico sabor afrutado y su notable capacidad de envejecimiento, siendo la variedad reina la Tinta del País, junto a la Garnacha, Merlot, Cabernet Sauvignon y Malbec, en proporción no inferior al 95 por ciento y la variedad blanca Albillo. De las 4 provincias que constituyen la Ribera del Duero, Burgos (60 municipios), Valladolid (18 municipios), Soria (18 municipios) y Segovia (4 municipios), los mejores viñedos se concentran en la provincia de Burgos, en torno a los pueblos de Roa, La Horra, Gumiel y Sotilla, también denominados “el corazón de la Ribera”.